Amo los cuerpos pequeños
las ciudades que crecen en los pies
por algún motivo en los pies
y todas esas montañas que escucho quejarse muy en voz baja
la habitación se quedó dormida
lo sé por el brillo de tu espalda
o la mano azul que se posa en el hombro
porque nadie nos dijo que lo importante debe ser siempre lo justo
por mucho que entierren en la tierra
el esqueleto del pájaro que dejó de gotear
un cielo que nos mira de frente y sin miedo a los huesos rotos.