He abierto todos los grifos de casa
y cerrado el día en las puertas
incluso dejé de respirar por un momento
cuando me reconocí en la tristeza del ojo izquierdo
me he colgado tu boca del labio
para nombrarte todas las noches y quedarme callada
para no olvidar que hubo un mundo que se tragó mi nombre
nunca te digo que cuando no estás
me dejo abusar por la inmensa luz que nos sostiene
y hace brotar el verde en la ventada sin morirnos de hambre
digamos que todo lo que siento
es parecido a tener un dolor físico la enfermedad de las conchas marinas
donde el rojo de las ballenas se hace milagro
he señalado con el dedo que me acabo de sacar de la boca
la costilla que me oprime el órgano iluminado
que se clava y se clava y por un tiempo no existe
para después pronunciar el silencio de las estatuas
que se recogen el cabello sin importarles la grieta
me doy cuenta que me crecen los pies
porque sí
porque así lo pide una ciudad pequeña hecha de fibras de amor
y que hay días que soy un lloro leve
porque sí
porque nunca supe curarme de todos los hombres que decidieron amarme
ahora que el agua me llega por los tobillos
y que ha planchado los fracasos de mis arrugas
aprendo a ser insecto con esqueleto de guerrero
al esquivar el barro de los vestidos blancos
que durante un tiempo ocultaron unas piernas infinitas con exacto nombre
vuelvo a decir es casi un milagro
que tú supieras de mis dolores por llegar tarde al viento
y no titubearas en hacerme un tajo más más rosado más de antiguo
adiestrando así mis heridas en la belleza efímera de las flores
y hacer dique seco en los bordes de la cicatriz hasta marchitarme el amor.