Caer de rodillas en la tierra
en las cientos de muchachas muertas
por las tardes perdidas sobre las piernas
es por eso que escribo sobre rodillas de mujeres frágiles
pequeñas y redondas
huesudas y finísimas
un corte aquí y plantar la lluvia
que nos sucederá en el árbol de adentro
los bosques siguen siendo el lugar más cierto
a pesar de nuestro empeño por preñarlos
y maldecir a quien también los conjuga como jardín
es por eso
que apenas
sé andar
derecha
un ligero desplazamiento de cadera
en el lado que más pesa por la crueldad de los insectos
es por eso
que me duelo
y
no sé hacer silencio
amo las cicatrices en las rodillas
la terrible obsesión en las mujeres enfermas
por esconderlas de miradas bajo las manos
quebrando la transparente maravilla
de seguir creyendo en la rozadura incomprensible de las medias
pobre luz inútil
prendida junto a la boca
la intuición está en el lugar donde el junco se dobla
dando cuerda al loco sin hacer ruido.