La boca
dichosa ese día
fue un
privilegio de un solo sonido
lenta
como el agua cumpliendo la orden de las rodillas
la mano
de Ofelia detuvo el camino de los mirlos
el más
inalcanzable canto
por los pedregales
fue una
resurrección a las órdenes del viento
el
suelo acompañado de la hierba
como
tetas entregadas a la
pureza del siglo en el morro bendito.