Subir a lo alto de algo te hace costra
un hombre carga a su hija dentro de un pañuelo como la intuición
mientras
en los huesos de la cadera retengo
un barco
el sonido que hace al abrirse camino entre carne
son como plumas sinceras que adornan un cuello
y las alas de las gaviotas articulan sonidos brutos
al rozarse con lo húmedo
parecen gasas mojadas y extendidas
calmando piel ardiente
subir cruje y violenta
alguien llegó hasta allí y depositó el esqueleto de un dolor líquido
el vuelo cautivo de un pájaro, un pene flácido por el cansancio
estas tierras se regaron solas
no parpadees encima de la noche
tiene memoria de su propio milagro
al levantar la mirada lamí mi piel sudada
hacía frío es íntimo donde aprendo
toda la claridad rebotaba y hacía vértigo
el sol de medianoche está de mi lado
y me traza una línea de silencio en el labio.
Noruega, julio 2017