miércoles, 8 de octubre de 2014

kastali.


Si todos los barcos se quedaran quietos
contemplando las manos que sacuden el aire en los puertos
y yo sintiera que me estaba enfermando
no pararía de acariciar a ese pequeño trébol con forma de diente
que me empezó a crecer en el cráneo 
en medio de las piernas
o simplemente dentro de tu ojo larguirucho
mirando de frente mi ojo tuerto

más tarde 

más tarde aún de encaminar mis pies por las aldeas
de bajar feliz de la cama y bautizar a mis siete hijos
más tarde aún de estar siempre del lado de la tormenta
pero en distintos lugares      lo supe     
hay que seguir tragando flores con los ojos muy abiertos
para seguir oliendo bien por dentro
así que detrás de todos mis intentos de llorar pétalos
sólo me quedó ponerte a navegar en la cáscara de la castaña

por los ríos
por las rayas pequeñas y lisas de sus manos
por el idioma luz del barullo de los naranjos

y tu risa blanca de animal sin amo
quiere salir de los paisajes para fugarse de mi mano 
dejando atrás a los espantapájaros de hierro
que arrastran los fardos sin mover las hojas

a lo lejos amor

el gallo canta su dibujo infantil
contra el primer otoño de los nombres
y yo te miro las manos después de escarbar la tierra
como quien mira a la hija que aprendió a llover.