Yo, que de pequeña preguntaba
cuánto queda
y escribía ausencias en el dobladillo de los pantalones de mi padre
me dejo ir bajo el color de las pieles en verano
que no son las mismas que mi piel
y tanta tos hasta sentir esparcirse mi todo de dentro
algo subterráneo como una caricia
arrojé un jarrón bordado lo arrojé
al interior de unos ojos
y poco fue el hambre y las flores
o el limpiarme hondo a través de los charcos
que si yo pudiera decir que si yo pudiera negar
la hermosura de querer un niño en el jardín
quiero decir que si yo pudiera dejar de ocupar
ese colgajo de vida que me atribuyen
y yo renuncio
y me ardieran las mejillas
y nadie me tapara la voz zurciendo en mi boca
palabrería inservible que no son cosas de nosotros
que yo no digo
por amor lo juro que yo no digo
tendría un balcón donde mirar
también sobre eso pude decir
el lugar de los dos
en este anhelo que es la vida
cuando se resta la vida cuando llamo
cuando llanto
ahora que la casa
en lugar de mi cuerpo
ocupa el mismo espacio en lugar de mi cuerpo
que los libros que leo hasta gastar la astrología de lo sencillo
que no son otra cosa que un estar derecha
un no te escondas un aprende el dolor del mundo
no me veo dispuesta a la eternidad
lo cierto es que no supe corregir la forma de la vértebra
el descuido de mirarlo todo como si fuera la primera vez de un papel incansable abriendo una puerta sin repetir lo mismo
ahora que la casa y que mi cuerpo
ocupan el pequeño mismo espacio
por amor lo juro que yo no digo.