Es bastante bruto empezar a ser consciente
de que mis piernas deformadas
son un templo bellísimo
en mitad del asombro
cuando tus ojos
son una vena azul
un asco pequeño que se estira
la lluvia de las ciudades que hace la carne brillante
en los viajes lavo mis bragas en la bañera
y por el desagüe contemplo mi última esperanza
como un flujo de purpurina
desapareciendo en la vuelta al sol.